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lunes, 22 de agosto de 2016

MIRACLEMAN DE ALAN MOORE: EL SUPERHÉROE QUE CAMBIÓ REALMENTE EL MUNDO


Durante décadas MIRACLEMAN ha sido una de las colecciones más ansiadas por los fans del cómic americano de todo el mundo. Principalmente obedeciendo a que esta cabecera venía ligada el nombre del genial guionista Alan Moore, todo un gurú del género. Además, pocos son los que se atreven a decir que este sea un mal cómic. Pero también es fehaciente que se fundó un mito alrededor de la colección que seguramente no hubiese tenido lugar de haber podido ser más alcanzable y no haber padecido un camino editorial de lo más tortuoso. Tras años de expectativa, este material por fin lleva un tiempo al alcance de todos. ¿Les apetece conocer un poco de la azarosa historia Mike Moran y sus amigos?

Sobrevolaré lo más rápido posible los primeros pasos editoriales de MIRACLEMAN. El pasado de esta obra es de sobra conocido y ha sido expuesto en infinidad de ocasiones. En los años 50 el mercado editorial del Reino Unido publicaba entre otros personajes estadounidenses el Capitán Marvel. Sin embargo al otro lado del Atlántico problemas legales al respecto del personaje –DC demandó al super héroe como plagio de Superman- propiciaron que se cerrase el grifo. En las tierras del Rey Arturo decidirían sin embargo seguir publicando las aventuras del personaje camuflándolo de Capitán Marvel a Marvelman. Al frente de la colección colocaron al autor Mick Anglo quien procuró servilmente continuar la estela de su  encarnación originaria. La trayectoria de esta franquicia – fueron varias las ramificaciones creadas en forma de colección las que brotaron del tronco principal – existió aproximadamente desde 1954 hasta 1963. En 1982 la revista Warrior decidió reconstruir al personaje poniéndolo en manos del guionista Alan Moore y el dibujante Garry Leach. En clave de “marujeo” me gustaría incluir la anécdota de que Warrior solicitó al autor Grant Morrison la escritura de un guión para el personaje. El escritor escocés accedió encantado y se puso a ello. Sin embargo Morrison tuvo a bien pedirle permiso a Alan Moore antes de enviar su trabajo. Y Moore se negó descaradamente, por lo que la historia permanecería inédita hasta ser muchos años más tarde incluida en la edición de Marvel. Y es que las difundidas fricciones entre los dos geniales guionistas británicos por lo visto vienen de muy lejos.

Esta nueva etapa inglesa tocaría a su fin en 1985, cuando la editorial adjudicó parte de su fondo editorial a la empresa americana Pacific Comics y ésta a su vez haría lo propio en favor de Eclipse Comics. Aquí es cuando se produce el nuevo cambio de nombre a Miracleman respondiendo a un intento de ahorrarse problemas legales con la todopoderosa Marvel Cómics. En esta andadura americana se contrataría nuevamente a Alan Moore, quien finalmente podría rubricar su etapa con el personaje dando paso más tarde en las labores literarias a su por aquel entonces guionista pupilo Neil Gaiman. Pero por aquellos tiempos el camino de una serie a través del ingrato mundo de las editoriales independientes era todo menos llano, de manera que Eclipse Comics terminó cesando su actividad en 1994. ¿Cuál fue el daño infligido en la colección que hoy nos ocupa? Muy sencillo, quedó muerta en su número 24, dejando inédito un número 25 completamente acabado.

Eclipse Comics era seguramente uno de los mejores lugares a donde MARVELMAN pudo ir a parar. Si bien puede parecer que rebautizar al personaje sea un ejercicio un tanto dictatorial, lo cierto es que la medida tuvo el efecto deseado y Marvel dejó tranquilo al personaje. Más allá de esa imposición, la editorial dejó trabajar a sus autores sin imponerse en exceso –al menos que se sepa- en las labores artísticas de la serie. Y es que Eclipse fue una aventura editorial loable. Sus políticas a favor de ofrecer a los autores una parte de los derechos creativos sobre los cómics en los que trabajaban están más que probadas. De hecho esta práctica empresarial devendría la causante en parte del gran hiato editorial posterior de la colección. 

Otros logros de Eclipse fueron por ejemplo la publicación de una de las primeras novelas gráficas gestadas per se, SABRE: SLOW FADE OF AN ENDANGERED SPECIES (1978) escrita por Don McGregor e ilustrada por Paul Gulacy. Esta publicación emprendió por primera vez la estrategia de distribuirse exclusivamente en el mercado de las librerías especializadas.

Además, del útero de Eclipse nacieron obras en mayor o menor medida conocidas dentro del panorama internacional: THE ROCKETEER de Dave Stevens,  ZOT! de Scott McCloud,  AIRBOY de Chuck Dixon, THE DNAgents por Mark EvanierWill Meugniot, EL HOBBIT (J.R.R. Tolkien) adaptada por Chuck Dixon y David Wenzel, THE LIBERTY PROJECT de Kurt Busiek y James W. Fry, todas estas y algunas obras más formaron parte del catálogo de la editorial. En cuanto al lector español, decir que mucho de este material pudo ser disfrutado en castellano al ser publicado por Cómics Forum (Planeta DeAgostini) en los años 90.

En opinión del abajo firmante, la trayectoria de Eclipse Comics estuvo acompañada de mucho talento, tanto nobel como consagrado, y obras más que dignas algunas de las cuales han logrado arraigar dentro de la leyenda del cómic USA.

Eclipse cierra en la década de los noventa dando lugar a una disputa por los derechos que, francamente, si me plantease pormenorizar consumiría toda la energía reservada al resto del artículo. A modo de síntesis y para que no me cataloguen como un holgazán o un desinformado, les explicaré brevemente lo ocurrido. Aparentemente los derechos de MIRACLEMAN más otros personajes de Eclipse fueron adquiridos por el autor Todd McFarlane. El creador de SPAWN y socio fundador de la mítica editorial Image aparentemente no pensaba hacer nada con el personaje, por lo que el guionista Neil Gaiman le propuso un trueque: la propiedad de los personajes Ángela y Spawn Medieval –creados por el guionista galés, pero cuyos derechos se encontraban en plena disputa en ese momento- a cambio de Miracleman, Young Miracleman, Kid Miracleman y compañía. McFarlane se negó intransigentemente y el caso acabó en los tribunales durante muchos años. Sin ánimos  a extenderme mucho más, aclararé que finalmente el litigio se resolvió a favor de Gaiman –gracias al apoyo legal de Marvel Comics -, quien a su vez tampoco perdió los derechos sobre Ángela. Y es a consecuencia de estos hechos que Marvel ha vuelto a poner a Miracleman en solfa.

Este asunto, el cual por desgracia no ha sido ni será el único pleito en la industria de cómic que ha debido resolver un juez, invita a un servidor a plantearse una serie de preguntas. ¿Por qué Neil Gaiman acabó necesitando el soporte legal de Marvel Cómics? Es sabido que la relación del guionista de SANDMAN y Marvel era en su momento inexistente, y que empezó a trabajar para la llamada “Casa de las Ideas” con la intención de lograr la mencionada ayuda judicial. ¿Por qué no recibió asistencia de DC Comics, editorial a la que sí ha estado ligado desde que su trabajo desembarcó en EEUU? Por otra parte, Gaiman tampoco era ni mucho menos la única figura  legitimada para reclamar derechos de autor sobre MIRACLEMAN. Entre otros Alan Davis, Rick Veitch, John Totleben, y por supuesto Alan Moore – en principio activista a favor de los derechos creativos de los autores – podrían haber participado de la demanda. Desconozco en qué medida otros profesionales del cómic apoyaron a Gaiman, pero lo cierto es que cuando llegó la hora de la verdad al juzgado acudió sólo él. Y encima asistido por los abogados de otra empresa diferente a la que había ofrecido tu talento durante tantos años. Un poco extraño todo, ¿no les parece?

Seguramente este texto pasa ya de las mil palabras y aún no hemos tratado argumentalmente MIRACLEMAN. Toca por lo tanto hacer una pequeña sinopsis de la historia. Esta es lógicamente una parte donde los más susceptibles podrán encontrar SPOILERS. Nos encontramos en el año 1948, la nave espacial de una singular raza alienígena desconocida por todos que respondía al nombre de Qys se estrelló en el Reino Unido. El gobierno pone la labor del estudio de este artefacto en manos de Emil Gargunza, un científico de turbio pasado Nazi. Esta controvertida figura consigue emplear la tecnología caída del cielo para crear seres súper humanos. Las cobayas del experimento fueron tres huérfanos (Mick Moran, Dickie Dauntless y Johnny Bates) que adquirían poderes tras pronunciar una palabra clave. Para su control y adiestramiento, Gargunza sumergió sus mentes en un mundo virtual en los que los tres muchachos formaban la Familia Miracleman (Miracleman, Young Miracleman y Kid Miracleman) y experimentaban aventuras fantásticas. 

Trascurridos unos años sin cumplirse las expectativas previstas, el gobierno decide cerrar el Proyecto Zaraustra. Gargunza desaparece sospechosamente justo antes de que una explosión acabe aparentemente con las vidas de estos superseres. En realidad Young Miracleman es el único que fallece. Miracleman termina malherido y amnésico y Kid Miracleman consigue sobreponerse sin demasiados daños. Micky Moran continuó con su vida civil ajeno a su segundo cuerpo hasta que un buen día se ve implicado en el atentado terrorista a una base nuclear y por una casualidad recupera sus recuerdos volviendo a adoptar su identidad de superhéroe. El gobierno recibe las noticias de la vuelta a la actividad del super hombre de forma poco proclive, por lo que envía al expeditivo agente del servicio secreto Evelyn Cream a terminar con él. Sin embargo el espía tiene un perfil más independiente del previsto y termina ayudando al sorprendido Moran a llenar las lagunas de su pasado y a encontrar a Gargunza. Previamente Miracleman y Kid Miracleman – ahora el magnate Johnny Bates-, han tenido una desagradable confrontación en que tan sólo la suerte consigue que Moran se alce victorioso.

Tras lidiar con su creador, los acontecimientos se sucederán apresuradamente. Descubrimos que Gargunza creó secretamente otros superhumanos entre los que se encontraba Miraclewoman (Avril Lear). Nuestro protagonista también será consciente de que su aparición ha puesto en alerta a diversas razas extraterrestres que intervendrán en nuestro planeta. A todo esto tiene lugar el terrible regreso de Kid Miracleman habida cuenta de se desata una sangrienta batalla entre el antiguo héroe contra Miracleman, Miraclewoman y los aliens Warpsmiths, que arrasa gran parte de la ciudad de Londres. Una vez el mundo al completo ha conocido la existencia de estos nuevos seres, los cuales se encuentran muy por encima de cualquier mortal, Miracleman y sus compañeros se autoproclaman dioses y emprenden la ardua tarea de transformar el mundo y a toda la humanidad en una sociedad perfecta.


De esta manera finaliza la labor de Alan Moore al frente del personaje. A continuación llegará el turno de Neil Gaiman. El tramo de este autor estará dividido en dos segmentos: La Edad De Oro y La Edad De Plata, de las cuales la segunda aún no está concluida y por lo tanto daré cuenta en un sucesivo artículo. Así haré también con MIRACLEMAN APOCRYPHA, una miniserie inédita en nuestro país de 3 números que se publicó en el espacio de tiempo brindado por los dos tramos de Neil Gaiman. Se trata de una antología de relatos breves donde cada número era inaugurado y sellado por unas páginas de Neil Gaiman y Mark Buckingham. El resto del cómic estaba conformado por historias con autores de diverso pedigrí.

La inmensa parte del cómic que el guionista Alan Moore escribe está entonada con fina prosa,  elegante y en muchos momentos poética. El lector se percata que el guionista de Northampton estaba pasando un momento dulce a nivel de creatividad. La historia se defiende bien tanto escena tras escena como en la planificación a largo terminio. Hay momentos de trazo tan fino que francamente uno piensa que tan sólo los puede ofrecer Moore. Por ejemplo la escena en la que Evelyn Cream utiliza a un recién nacido para urdir que Mike Moran no pueda cambiar a Miracleman y así permitirle hacerse con él es sublimemente genial. La trama de cómo tanto el héroe principal y sus allegados van transformando el mundo a base de sustituir sus principales pilares – la economía, las política, la cultura- también resulta natural y creíble. Y ya contemplado todo desde una perspectiva más apartada, nos damos cuenta de que el guion no para de recomponer las bases del  género del cómic y jugar con las mismas en un ejercicio de realismo.

Y es ese control absoluto de la narración así como el mensaje implícito del escritor que a uno le hace poner en tela de juicio hasta si los fallos que puedas encontrar en la obra son o no deliberados. Expongamos ejemplos. En su arranque, la historia toma unas decisiones circunstanciales como mínimo peculiares. La manera en que Mike Moran se transforma por primera vez en Miracleman, gracias a ver reflejada la palabra atomic (cimota) me parece un tanto artificial e incluso ridícula. Más adelante hay otro momento que te hace dudar. Miracleman y Youn Miracleman están manteniendo su primer combate, y Moran está perdiendo claramente. La situación no termina con la muerte de nuestro héroe – está claro que esto no podía ocurrir en ninguna circunstancia- gracias a que Johnny Bates pronuncia accidentalmente en voz alta “Miracleman” y revierte su forma a la de niño. Vaya una desafortunada casualidad para el villano. Aunque volviendo a lo que antes comentaba, ¿quién nos dice que Alan Moore plantara estos dos elementos tan tontos / torpes en sus guiones a modo de guiño a lo naïf que pueden llegar a ser en ocasiones las historias en los cómics?  Por otro lado, quizás la mayor de las críticas hacia esta etapa yo la enfocaría en las batallas. Las confrontaciones es cierto que buscan la verosimilitud, pero servidor preferiría que hubieran estado dotadas de menos sangre y atrocidades – particularmente la batalla de Londres es de lo más impactante y desagradable visto nunca en el noveno arte – y de más ritmo, épica o de tensión. Y es que da la sensación de que las luchas están muy poco articuladas y les falta dinamismo.

Con todo y con eso que nadie piense que no me ha gustado MIRACLEMAN, todo lo contrario. Se trata tal vez de una obra de superhéroes con mayúsculas donde la doctrina del superhombre a lo Supermán o Shazám trasciende y se transforma en el verdadero redentor de la humanidad. No sólo porque acaba con los villanos y mantiene la paz, sino también porque sanea el mundo y provoca la evolución de la sociedad. Se trata sin duda de una labor muy interesante e ilustrativa de una profunda reflexión sobre el género de los superhéroes comandado por un autor en su apogeo artístico.


Y termino enumerando las distintas ediciones que ha contado esta colección en nuestro país, puesto que su andadura anglosajona ya ha sido glosada más arriba. En el mercado español, dentro del marco de la publicación del material de Eclipse Comics por parte de Forum, se pudo leer toda la etapa de Alan Moore en formato grapa. Se trata de una edición al uso de la época, donde predominaba el cómic aunque también venía acompañada de una serie de artículos de apoyo con el objeto de orientar al lector ante la propuesta de esta nueva editorial.

Pronto vino la completa sequía como ya he dicho ocasionada por la disputa legal que la obra padeció. Y nos trasladamos al pasado 2014 cuando la Editorial Panini inaugura la publicación de MIRACLEMAN en tomos de formato cartoné. Los tres volúmenes que contienen la etapa de Alan Moore ofrecen además la historia de Grant Morrison vetada en su momento – que por obra y milagros de Marvel la vemos presentada de la mano de Morrison, el dibujo de Joe Quesada y el color de Richard Isanove-; una historia nueva creada ad hoc por el equipo de Peter Milligan (guión), Mike Allred (dibujo) y Laura Allred (color). Esto además de una extensa cantidad de material gráfico adicional donde a modo de extras se puede ver el desarrollo gráfico de muchos de los momentos de la colección. Sobre este particular servidor encuentra a faltar una labor de mayor análisis en relación al guion, puesto que si por algo es célebre es esta obra es por sus letras más que por sus lápices.

Y despedimos ya un artículo que os juro pretendía que fuera corto. Espero que al menos haya resultado interesante este repaso a un cómic que si bien no cambió el género, al menos su reedición sí que era una asignatura pendiente del mundillo del cómic que afortunadamente ya ha sido solventada.

1 comentario:

  1. y SCOUT de Timoty Thruman que no estaba nada mal y también era de Eclipse.

    En cuanto a Miracleman una serie que me impacto mucho en su momento pero que ahora revisandola un montón de años después ya no me tiene tanta gracia, seguramente debido a que se han canibalizado muchas ideas de esta obra. Y también a que me duele pagar el precio de los tomitos que es bastante desproporcionado para mi gusto.

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